La creación ante la adversidad: las marcas de la historia
Por primera vez en sus cinco años de existencia, el Concurso de Artes Visuales de Vecinos de Lo Barnechea tiene un tema: la pandemia y las distintas formas en que los artistas de la comuna han vivido esta compleja experiencia. La ocasión lo amerita, han sido meses inéditos, que han hecho aflorar lo mejor y lo peor de los seres humanos, y el arte no ha sido ajeno a este torrente.
Más de sesenta creadores se movilizaron para participar en este concurso, que, por primera vez también, se realiza en forma virtual; evidente y desgraciadamente, porque plantarse frente a una obra en carne y hueso nunca será lo mismo que apreciarla a través de una pantalla. Pero en el largo año que llevamos lidiando con las limitaciones que nos ha impuesto la pandemia, hemos aprendido a conformarnos con lo que se pueda obtener, y esperar tiempos mejores.
Por lo mismo, es sorprendente la variedad y la calidad de las obras enviadas a este concurso, en el que artistas profesionales, estudiantes y aficionados se volcaron con pasión hacia las diferentes disciplinas que componen la plástica. Desde las técnicas más tradicionales, como la pintura o la escultura, hasta las más contemporáneas, como el collage digital, pasando por la fotografía, la acuarela, las obras textiles, las técnicas mixtas.
Algunos recurrieron a lenguajes más doctos, como en la obra ganadora, “Marcada”, la que, a pesar de un cromatismo en tonos pastel, más cercano a la ilustración, podría contener un guiño a Velázquez, o a la fuerza narrativa del expresionismo de Munch. Otros eligieron elementos que remiten al grafiti o al arte popular, como ese colorido “Fauno” pintado en cartón.
Algunos optaron por plasmar una mirada introspectiva, como en “La vida contando semillas de Granada”, donde relucen aquellos demonios interiores que se despiertan en situaciones límite, como las que hemos vivido; otros pusieron en escena momentos representativos de la pandemia, como “Mi niña no puede salir”, una mascarilla impresa con la fotografía de una nieta que se aferra a una reja, y cuenta a su abuela su pena (en este caso, el texto de la artista aporta la emotividad que hace la diferencia). O también esa pareja en “Dentro de los límites”, que mira al horizonte cómo van pasando las estaciones, con melancolía, y la línea que delimita va subrayando la fragilidad de todo, del paisaje que encierra y de los cuerpos que dibuja, en transparencias.
Algunos recurrieron a la abstracción, otros a la figuración, otros a expresiones mixtas; otros hicieron gala de una capacidad de metaforizar conmovedora, como en “Reunidos”, una obra de factura impecable, que plasma la niñez suspendida.
Algunos pusieron el toque de humor y nostalgia, como “Los bombachos de mi abuela”; otros definitivamente plasmaron el drama, como en el caso de la obra ganadora, cuya autora representó esta pandemia en primera persona: como víctima, no como espectadora. Esta obra de pequeño formato, intimista, contiene un arrojo y un simbolismo que perturban e invitan a reflexionar en las marcas que deja la historia en las personas, y en cómo miramos a quienes portan esas huellas.
Cada obra hace un aporte desde diferentes aristas, y es muy estimulante y enriquecedor comprobar esta diversidad, así como constatar que, a menudo, de las situaciones más difíciles surgen las más sublimes manifestaciones artísticas. Nos aferramos a ellas, porque esperamos que la belleza nos salve. Porque, como escribió el poeta Vicente Huidobro:
“ HASTA CUANDO SANGRARAN LA VIDA
La misma luna herida
No tiene sino una ala (…)
Sin embargo
Al borde del mundo florecen las encinas
Y LA PRIMAVERA VIENE SOBRE LAS GOLONDRINAS”
(Poemas Árticos, 1918)
Marilú Ortiz de Rozas, enero 2021